Wednesday, May 31, 2006

La Selección mostró dos equipos: uno sirvió para ganar y otro para gustar

Fuente:

Miguel Angel Vicente

El conjunto de José Pekerman tuvo siempre vocación ofensiva, pero cuando ingresaron Messi y Aimar se vio lo mejor y quedó claro que hay alternativas

Hay equipo. Esas dos palabras traen aparejado un infinito alivio, aunque todavía falte tiempo para el debut ante Costa de Marfil, aunque Angola no haya sido un rival exigente, aunque los vaivenes del fútbol puedan sacudir en algún momento el esqueleto de la Selección o aunque aparezcan algunos nubarrones para atenuar el entusiasmo. La mejor respuesta que se lleva José Pekerman desde Salerno es que le falta muy poco para completar los casilleros con los nombres de los once jugadores para el debut mundialista. Es más, si Lionel Messi llega a punto, casi con seguridad ingresaría por Saviola y no habría demasiadas discusiones sobre los protagonistas.Pero el plus que dejó el partido de ayer fue que, además de conformar el equipo que inició el partido, también conformó, e ilusionó, ese que terminó jugando al final, que parecía un rayo cuando Messi y Aimar se comunicaban y que se postulan como una alternativa a la ya definida conducción de Juan Román Riquelme. Es decir, aparecieron variantes que hacen ilusionar. Quedó demostrado que no se vive sólo de la dependencia de Román.También está claro que todavía hay tiempo para seguir creciendo y que se debe seguir creciendo. Pero algunos aspectos fueron positivos. La vocación ofensiva nunca estuvo en discusión. Pero no hubo desesperación en la búsqueda del gol. Se intentó por abajo, no se abusó de los centros y ante un rival que casi nunca movió a sus cinco defensores del fondo, buscó la puntada fina para romper la barrera defensiva angoleña. Esta vez Román no tuvo el toque de distinción que lo diferencia, tal vez porque siempre estuvo rodeado por dos o tres rivales que lo ahogaron permanentemente. Y sin Román iluminado, fue Maxi Rodríguez el que se transformó en el reloj del equipo. Quien tuvo como apoyo a Mascherano y Cambiasso. Con el dominio argentino, la noche pintaba para que Crespo se luciera. Pero a pesar del despliegue y el esfuerzo, su gol no llegó. Y eso no debe convertirse en una mochila para el goleador.La historia quedó definida más allá de la frontera de los treinta minutos. Cuando Cambiasso cedió a Sorin, éste envió el centro y Maxi Rodríguez le pegó como venía e infló la red. Ocho minutos después el trámite quedó resuelto. En otra de las incursiones ofensivas de Sorin (positivo cada vez que fue al ataque pero con algunas dificultades cuando atacaron por su sector), el capitán argentino remató, la pelota dio en Mateus y se transformó en gol.Parecía que lo que quedaba era la parte más aburrida del ensayo: el control de pelota, alguna explosión de tres cuartos hacia adelante y, si Angola se animaba, la posibilidad de probar a la defensa. Pero Pekerman aprovechó para hacer variantes de jugadores y tácticas. Primero acomodó un medio campo trabajador con Scaloni, Mascherano, Cambiasso y Maxi Rodríguez y después buscó más vuelo con el ingreso de Aimar. Claro, desde los 18 minutos del complemento estaba en la cancha Lionel Messi. Y él no es de pasar inadvertido. Cuando ensayó la diagonal de derecha izquierda hizo destrozos, levantó el partido y a los dos mil quinientos argentinos que veían en vivo y en directo al pibe maravilla. Ese que tiene el potrero en la sangre y que gambetea hacia adelante tenga a quien tenga en el camino. Pero todo se potenció con el ingreso de Aimar. Porque los dos entraron en sintonía. Eran dos jugadores livianitos que volaban cerca del área de Angola y hasta contaron con la ayuda de Tevez para tejer alguna que otra fantasía. Angola lo único que quería era bajarle la persiana al partido.Por eso esa puesta en escena del final por demás seductora, amplía el horizonte y certifica que si Messi llega a punto para el Mundial, Argentina, además de un buen equipo tiene en la manga una carta desequilibrante. Por eso el equipo del comienzo fue una certificación de que se avanza por el buen camino. Y el del final un soplo de aire fresco. Si ambos se combinan, se activan las ilusiones.

3 Comments:

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